Sobre la necesidad de devolver al término ‘ecológico’ su sentido original

El sector de lo ecológico, orgánico o bio, ya no es un nicho de mercado. De hecho, el pasado año representó, a nivel mundial, 106.000 millones de euros, 45.000 millones en Europa y, en el caso de España supera ya los 2.133 millones de euros, con un gasto per cápita que ha superado los 46,5 euros por persona al año.

Fecha: 30-Jun-2021

Tags: Ecológico

En este sentido, desde la feria BioCultura —que se celebrará presencialmente del 8 al 11 julio en Barcelona— destacan que “ante posibles derivas, y debido a la entrada en el sector ecológico de grandes marcas y grandes distribuidores, debe recordarse que su desarrollo debe hacerse con sentido para no degradar sus principios fundamentales. BioCultura vela para que, con la expansión del mercado bio, el sector no pierda su esencia y se respete a los pequeños productores y se camine hacia un circuito lo más próximo posible”.

Y es que, según un estudio realizado por AECOC Shopperview —plataforma de estudios de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores—, el consumo de productos ecológicos ha traspasado el nicho de mercado para avanzar muy rápidamente hacia el mundo mainstream, una tendencia cuya proyección futura es que aumentará en un ±20 % de forma continuada, ya que el 45 % de los encuestados en dicho estudio ha declarado que aumentará su compra el próximo año. El estudio también indica que el 57 % de los ciudadanos que habitualmente consumen alimentos ecológicos compra en el canal especializado, y el 29 % lo hace en canal especializado pero también en el convencional.

El mercado ecológico. Un poco de historia

La agricultura ecológica nació en Francia en la década de 1950. Hacia los 70 inició sus primeros pasos en España de la mano de la Asociación Vida Sana. Fue construida en torno a un modelo que combina nuevas técnicas y economía con un proyecto social más global. Los pioneros de aquellos años ya rechazaban el productivismo agrícola y el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. El sistema agrario masivo había perdido de vista, ya entonces, cualquier consideración que no atendiera a una visión extremadamente materialista, por encima de cualquier vínculo entre la agricultura, la alimentación y la salud y la economía justa.

Aquellos pioneros ya vieron los impactos catastróficos de la agricultura intensiva en los propios productores, que se volvieron dependientes de la industria para la compra de insumos, la estructuración de su granja, la venta de su producción. Grandes migraciones, desertización de los cultivos, envenenamiento de la producción, grandes tasas de cánceres entre los trabajadores del campo, calentamiento global, disrupciones hormonales, etc. Fue en la década de 1960 cuando ya se mencionaron y empezaron a denunciar los riesgos para la salud y el medio ambiente de la agricultura intensiva y los pesticidas.