Regadíos y cambio climático

Los expertos predicen que el cambio climático traerá consigo efectos principales sobre el regadío, como la disminución de las lluvias y de las aportaciones y, en consecuencia, una reducción en la disponibilidad de agua para el riego. En España, este descenso, según diversas fuentes, estará entre un 5 y 7% en el horizonte 2030. Un incremento térmico que elevará las necesidades de agua de los cultivos bajo riego, y un aumento en la frecuencia de períodos de lluvias torrenciales y de sequías.

Fecha: 07-Aug-2023

Fuente: Iagua

Los regantes iniciaron en 1998 su proceso de adaptación al cambio climático, acometiendo un amplio programa de modernización de los regadíos, en busca de un uso más eficiente del agua, proceso que continúa. Los últimos datos disponibles (ESYRCE, 2021) muestran que, en España, 2,116 millones de hectáreas, el 54,58% del total de las de regadío, aplican riego localizado. Si sumamos los métodos de aspersión y automotriz, el riego eficiente alcanza en España el 77,72%. El resto se riega por gravedad.

La modernización ha conseguido reducir los volúmenes de agua destinados al riego. La media del período 2000-2004 fue de 17.204 Hm3 y la del período 2013-2018 de 15.010 Hm3Un ahorro de un 12,82%. El consumo unitario también se ha reducido, pasando de 4.705 m3/ha en 2011 a 4.105 m3/ha en 2018. Una disminución del 12,75%.

De igual modo, el regadío trata de adaptarse a los efectos del cambio climático utilizando nuevas tecnologías y digitalización en su gestión. Por ejemplo, el uso de datos de la red de estaciones agrometeorológicas SiAR (Sistema de Información Agroclimática para el Regadío) para determinar el valor de la ETo (Evapotranspiración de referencia) y aplicación de imágenes satelitales o de drones para determinar los valores de los Kc (coeficientes de cultivo) y, en consecuencia, fijar la dosis de riego más exacta. Para determinar el momento idóneo para regar se utilizan sensores de humedad en el suelo.

Los aumentos de lluvias torrenciales y sequías, junto con la introducción de los caudales ecológicos, deberían conducir a una política de incremento de la capacidad de regulación

Los aumentos de la frecuencia de lluvias torrenciales y sequías, junto con la introducción de los caudales ecológicos como restricción previa a los sistemas de explotación, deberían conducir a una política de incremento de la capacidad de regulación (nuevos embalses), con el fin de laminar mejor las previsibles avenidas y acumular agua en los períodos lluviosos para utilizarlas en los períodos secos, así como aminorar la influencia que la obligación de suministrar los caudales ecológicos tiene sobre el mantenimiento de la garantía de usos como el regadío. Se estima en una media del 16% la reducción en la disponibilidad de agua para el resto de usos, por el hecho de tener que asegurar los caudales ecológicos. Los planes hidrológicos (2022-2027) no apuestan por este incremento de la capacidad de regulación, y creemos que es un error.

Respecto a medidas de mitigación del cambio climático, el regadío está tratando de mejorar su sostenibilidad y hacer valer la capacidad de la que dispone para disminuir la huella hídrica de las producciones, por la flexibilidad que tiene para poder adaptarse a distintos tipos de cultivos y aprovechamientos.

De igual modo, el regadío apuesta por reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero tipo N2O o NOx (= NO + NO2) mediante el uso racional de nuevos tipos de fertilizantes que, además, las eviten mediante técnicas de aplicación como la fertirrigación y la contaminación difusa de acuíferos.

La mejora de la eficiencia energética es otra actuación que se lleva a cabo, mediante auditorías energéticas e instalación de plantas fotovoltaicas.

Además, los regadíos se comportan como sumideros de CO₂, al fijar los cultivos, el dióxido de carbono en el proceso de la fotosíntesis, para formar junto con el agua los polisacáridos de su materia seca.

El regadío, según la FAO, resultará imprescindible para asegurar la alimentación de los habitantes del mundo y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Y en España lo será para garantizar nuestra soberanía alimentaria, al tratarse de un sector estratégico.