Los grandes fondos cambian el ladrillo por el campo y se lanzan a comprar fincas rústicas como producto de inversión

Que el sector primario pase a manos de multinacionales que solo pretenden la rentabilidad presagia un aumento de precios que perjudicará a la mayoría de ciudadanos en algo tan básico como es la cesta de la compra.

Fecha: 22-Aug-2022

En mayo se intercambiaron más de 15.400 fincas rústicas y en junio más de 13.400. Unas cifras de ventas que en 2022 alcanzaron su nivel más alto en 15 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). No son números aleatorios: los grandes fondos están cambiando lo ladrillo y se están lanzando a la compra de terrenos rurales como producto de inversión.

Cada vez son más los inversores que compran empresas del sector primario y tierras de cultivo simplemente porque son rentables. Se han convertido en un producto de inversión y estos fondos buitre consideran ya las actividades agrícolas como un enfoque comercial. Las tierras de calidad se reducen a causa del cambio climático, lo que duplicará los requisitos alimentarios de la población en los próximos años. “Se calcula que la producción de alimentos tendrá que crecer entre un 60% y un 70% para poder alimentar a la población mundial de aquí a 2050, 9.000 millones de personas”, indica el informe recientemente publicado Agribusiness en la Península Ibérica.

 

Los intereses parten de una alta rentabilidad -en España es de hasta el 10%- y donde la liquidez está garantizada a medio y largo plazo. Es un activo muy seguro para los inversores, que se muestran muy flexibles. España es un sector fuerte y un caramelo para los fondos: somos el cuarto productor de alimentos de la Unión Europea y el séptimo del mundo.

Que el sector primario pase a manos de multinacionales que solo pretenden la rentabilidad presagia, al igual que ocurrió con el ladrillo, un aumento de precios que perjudicará a la mayoría de ciudadanos en algo tan básico como es la cesta de la compra.

Inmobiliarias en en el sector primario

Los fondos de pensiones y las compañías de seguros han comenzado a prestar atención a este sector. Estos últimos son inversores inmobiliarios tradicionales que buscan un rendimiento estable y con aversión al riesgo. Están en el negocio de vender, subarrendar, comprar terrenos, encontrar inquilinos para trabajar y pagar el alquiler anual. No dejan de tratarlo como un activo inmobiliario más, sin riesgo.

El aceite de oliva, las almendras, los pistachos, los cítricos, las frutas tropicales (como el aguacate o el mango), las fresas, las frambuesas o los arándanos, son productos con consumo predecible que brindan seguridad de inversión, dada la creciente demanda de alimentos saludables, de origen local, y que no dejan huella de carbono y reducen la huella hídrica.

Para los olivos, el rendimiento promedio por tonelada y por hectárea puede ser del 14%, similar a los aguacates. Sin embargo, estas cifras son mucho más altas para las mandarinas o las manzanas, donde el rendimiento promedio y el retorno de la inversión pueden llegar hasta el 50 % por tonelada y por hectárea.

Otra variable que entra en juego en este interés inversor son las ayudas públicas, ya que las subvenciones de la UE se han incrementado un 56% desde la última vez que se destinaron fondos a agricultura para resolver problemas.