La sostenibilidad y respeto al medioambiente marca el ritmo de una protección y nutrición vegetal más natural

Las empresas especializadas en la fabricación y comercialización de soluciones para la nutrición y protección de las plantas están asumiendo, a través de un esfuerzo inversor, el mensaje de sostenibilidad y respeto al medio ambiente que marca la Unión Europea para la actividad agraria. La innovación se refleja en los catálogos en los prevalece la presencia de productos elaborados con materias naturales.

Fecha: 08-Nov-2021

La Unión Europea marca unas directrices en pro de la sostenibilidad cada vez más rigurosas. Uno de los sectores en los que más regulación hay en estos momentos es el agroalimentario. La tendencia a una producción más natural limita la utilización de materias destinadas a la protección, sanidad y desarrollo de los cultivos.

Las plantaciones hortofrutícolas se encuentran entre una de las actividades agrarias sujetas a ese nuevo escenario en el que los agricultores demandan nuevas soluciones y las empresas de la industria auxiliar especializadas en nutrición y protección vegetal están trabajando para ofrecerlas. No en vano, en sus catálogos se observa un incremento de este tipo de productos basados en materiales naturales que mejoran la evolución de las plantaciones.

Se acabaron, en el apartado de químicos, los productos antes considerados como tóxicos. Las normas ahora son más rígidas para el registro de nuevas soluciones. Estas deben ser más respetuosas con el medio ambiente, con los insectos auxiliares y con las propias plantas. Un nuevo marco en el que se mueve en estos momentos la agricultura y su industria.

Para mantener constante la productividad, a su vez, se está imponiendo en el mercado la bioestimulación de la planta con propuestas basadas en materiales naturales, de origen vegetal, con el objetivo de incrementar la capacidad de los cultivos a la hora de procesar los fertilizantes y aportaciones nutricionales. Esto se consigue a través del suelo, pero también desde el punto de vista foliar.

Extractos de ajo, algas, aminoácidos, etcétera, son utilizados para la bioestimulación con la intención de estimular directamente a la planta, pero también para que esta cree una serie de mecanismos que hacen que los nutrientes que absorbe sean más efectivos. De esta forma aprovechan mejor el alimento que le aporta el agricultor.

Una de las tendencias en auge, pero que no todos los profesionales están de acuerdo con ella, es el denominado ‘Residuo cero’. Se designa así al logro que proponen diferentes soluciones que se designan más sostenibles. “Estas palabras son desacertadísimas porque, aunque se detalle que es residuo cero, se está diciendo que contiene residuo, aunque sea cero. Hay que cultivar tratando de tener el menor residuo posible a través de herramientas más innovadoras y técnicas, que cada vez están más disponibles”, opina Vicente Muñoz, Producto Manager Bioestimulant & Zeba Iberia de UPL Iberia.

El uso de cualquier solución para los cultivos, utilizado adecuadamente, tal y como se indica en su etiqueta, nunca va a llevar a superar los Límites Máximos de Residuos que permite la Unión Europea, que se ciñen al marco de seguridad para su cultivo, y, por tanto, son totalmente saludables, explica Vicente Muñoz.

La investigación de la industria auxiliar especializada en nutrición y protección vegetal se ha incrementado con el paso de los años. El esfuerzo para obtener verdaderas soluciones que se adapten a las exigencias que marca la normativa se ha disparado. Derivado de ello figura la inversión que estos fabricantes tienen que asumir para no seguir siendo punteros en el mercado.

Las compañías, ante esta situación “se encuentran desprotegidas porque los organismos vivos, por ejemplo, no se pueden patentar”, aclara Muñoz. Se puede “patentar alguna cepa específica que ataca a un patógeno determinado, y eso te ofrece protección”, pero “no el organismo vivo en sí mismo”. Por tanto, esa es la línea de trabajo que se está manteniendo, aunque “la inversión es mucho mayor”.

Las empresas necesitan esa protección a su labor investigadora, para hacer frente a los estudios que está demandando el campo. La innovación es costosa y el trabajo que hay detrás de ello requiere esa protección que marca la patente del nuevo producto, con el fin de financiar ese trabajo, pudiendo explotar su comercialización de manera exclusiva.

Y es que, en determinadas soluciones, dada la normativa, se obtienen con un arduo trabajo vinculado a estudios y proyectos, y legalmente pueden ser puestas en marcha por la competencia, sin poder obtener un beneficio que cubra la inversión.

Por ello, desde las compañías lanzan un mensaje a las instituciones para que velen por el buen desarrollo de las investigaciones, protegiendo esta labor a favor del desarrollo de la industria y su posterior aplicación en la agricultura. Una regulación acorde con lo que hoy está sucediendo en el mundo.