La inflación frena el auge del consumo de productos de alimentación sostenible

La inflación, con la correspondiente subida de los precios de los productos de alimentación, está llevando a los consumidores y consumidoras a minimizar la importancia que otorgan a la sostenibilidad a la hora de elegir los alimentos que conforman su cesta de la compra. Es una de las principales conclusiones que se extraen del a […]

Fecha: 18-Jul-2023

La inflación, con la correspondiente subida de los precios de los productos de alimentación, está llevando a los consumidores y consumidoras a minimizar la importancia que otorgan a la sostenibilidad a la hora de elegir los alimentos que conforman su cesta de la compra.

Es una de las principales conclusiones que se extraen del a segunda edición del estudio La alimentación sostenible, elaborado a partir de las entrevistas a más de un millar de residentes en España por la consultora Across The Shopper para Basque Food Cluster, asociación que integra a 130 empresas vascas de toda la cadena alimentaria, que constata que en el actual contexto inflacionista la prioridad para más de la mitad de la población es comprar alimentos lo más ajustados de precio posible, y cuando se encuentran ante una oferta atractiva, adquieren el producto sin tener en cuenta si este es sostenible o no.

Inflación y productos de alimentación sostenible

Entre las principales conclusiones de este estudio destacan:

  • Para la mitad de la muestra resulta ‘lógico’ que un alimento sostenible tenga un precio mayor, siendo conscientes de que su elaboración conlleva mayores costes, y le da valor. Sin embargo, ante la pregunta de cuánto más estaría dispuesto a pagar por este tipo de productos, la cifra se queda en apenas un 5 %. Si se tiene en cuenta que un producto local, de proximidad, es entre un 15 % y un 20 % más caro que el resto, resulta evidente que se está produciendo un desajuste del mercado que conduce a que muchos de los productos lanzados con una propuesta de valor sostenible no consigan las ventas deseadas.
  • A raíz del inicio de la inflación, los consumidores están estrechando su gasto en alimentación. Para el 53 % de los encuestados la prioridad en estos momentos es comprar alimentación lo más ajustada de precio posible, sin tener en cuenta los aspectos relacionados con la sostenibilidad. De hecho, dos de cada tres personas aseguran que la subida de precios no les está permitiendo adquirir este tipo de alimentos.
  • En cuanto a la percepción acerca de qué es un alimento sostenible, se detectan varias diferentes que condiciona las valoraciones por categoría de producto. Por ejemplo, en los lácteos, los aspectos más valorados son el envase y el bienestar animal, en conservas es el respeto a las cuotas de pesca y el uso de técnicas de extracción no dañinas para el fondo marino, mientras que en cárnicos se destaca que el producto sea poco procesado, y en bebidas que la producción sea respetuosa con el medio ambiente y se lleve a cabo mediante un proceso artesanal.
  • Por generaciones, para los millennials un alimento sostenible es el que cumple con los estándares ecológicos —producido sin químicos y procesado sin aditivos—, garantiza el bienestar animal o está elaborado a partir de materias primas vegetales (plant-based). Por su parte, los seniors ―mayores de 55 años― tienden a relacionar la sostenibilidad con los productos frescos, de proximidad y de temporada.
  • El estudio también identifica diferentes actitudes hacia la compra sostenible, dando lugar a cuatro perfiles de consumidor: el nada interesado (“No va conmigo”), el recién iniciado (“Estoy empezando”), el partidario (“Hago lo que puedo”), y el militante (“Estoy comprometido”). En este sentido, se constata una evolución que pone sobre la mesa la polarización de estas posturas. Hace sólo un año, un 7 % de las personas encuestadas se enmarcaba entre las no interesadas, y un 6 % se consideraban comprometidas. En la actualidad, ambos porcentajes se han visto duplicados, alcanzando el 15 % y el 11 % de la muestra, respectivamente.
  • Y finalmente, respecto a los frenos para un consumo responsable, varían según la tipología del consumidor. Para los compradores más jóvenes (18 a 35 años), el principal obstáculo es el precio. Por su parte, el segmento senior dice no saber identificar los aspectos sostenibles de un producto; mientras que las familias con hijos, que se decantan por compras rápidas en un solo establecimiento, aseguran que no es posible adquirir toda la variedad de productos sostenibles en un mismo punto de compra.