La importancia de la semilla

Fecha: 27-Jun-2019

Emilio Betrán Escartín
Centro de Sanidad y Certificacion Vegetal
Gobierno de Aragón

Tras los calores estivales y con la llegada de los primeros fríos, en buena parte de Aragón se multiplica la actividad para poder atender el momento de la siembra. Sin duda un momento único, en el que se depositan buena parte de las expectativas del año, que permite introducir en nuestra explotación innovación de una forma asequible y de la que podremos obtener una gran rentabilidad.

Los avances experimentados en la agricultura y especialmente en la producción de cultivos extensivos durante el siglo XX han sido determinantes. Se han logrado mejoras en la resistencia a plagas y enfermedades, en la tolerancia a todo tipo de estreses abióticos, todo ello gracias en gran parte a la mejora genética, que ha sido capaz de producir un vasto número de variedades que han contribuido a aumentar los rendimientos y dar una mayor estabilidad a las cosechas. Es cierto que otros factores de producción, como la mejora en la fertilización y la mecanización, también han contribuido a este incremento, pero sin duda la mayor parte de este salto cualitativo y cuantitativo (hasta el 50 % según la FAO) se debe a la puesta a disposición de los agricultores de variedades mejoradas que han permitido incrementar estos rendimientos hasta cifras nunca vistas.

Esto se puede constatar si analizamos las series históricas de los datos de producciones de cereales en Aragón, en las que se observa que las producciones se han duplicado en secano y se han cuadruplicado en el regadío desde el comienzo del siglo XX. (Fuente: Gobierno de Aragón).

A pesar del avance vivido en las últimas décadas, Aragón sigue siendo deficitaria en la producción de cereales, ya que es necesario abastecer por un lado a una cabaña ganadera de más de 10 millones de cabezas, en constante crecimiento y, por otro lado, a la pujante agroindustria que transforma estos cereales en otros muchos productos habituales en nuestra dieta (harinas, sémolas, etc.), obligando, por tanto, a importar cereales por valor de cientos de millones de euros cada año.

Las fuertes oscilaciones que tienen las producciones en Aragón tampoco ayudan a garantizar este abastecimiento. Las cosechas se encuentran fuertemente condicionadas por la climatología, circunstancia que se acentúa especialmente en las zonas de secano que dominan buena parte del territorio. De las 770.000 ha que se siembran anualmente con cereales en Aragón, la superficie de secano representa el 85% y su producción no llega al 75 % del total, por lo que se pueden alternar años de cosechas históricas como la del año 2013, con otros en las que las producciones se reducen hasta un tercio, limitando mucho la rentabilidad de estas zonas de secano.

Tenemos, por otro lado, unas zonas regables con unos rendimientos más estables y gran potencial de producción, en las que existe ya una apuesta clara por introducir variedades altamente productivas con las que se están obteniendo muy buenos resultados, pero donde están apareciendo nuevos problemas de manejo, sanitarios, etc., que muchas veces están relacionados con los condicionantes que presentan estas nuevas variedades. 

Por ello, sigue siendo imprescindible continuar y potenciar los programas de mejora genética, que mejoren el potencial de las nuevas variedades, su resistencia a enfermedades y que, además, estas sean capaces de adaptarse y mejorar los rendimientos en nuestras condiciones de producción, tanto en las zonas de potencial medio y alto como en las zonas más áridas. Se debe seguir realizando un esfuerzo en la evaluación del potencial de estas nuevas variedades en nuestras condiciones y, además, esta información debe llegar transferida al agricultor, exponiendo claramente los condicionantes de cada una de estas variedades (ciclos más adecuados, sensibilidad a enfermedades, etc.). En este sentido, deben jugar un papel fundamental, además de las empresas, cuyo interés comercial en la introducción de nuevo material está fuera de toda duda, los organismos públicos.En el caso del Gobierno de Aragón, tanto el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal como el Centro de Transferencia Agroalimentaria llevan años trabajando en esta línea que resulta imprescindible continuar.

Sin duda, uno de los retos actuales y futuros de las explotaciones cerealistas es la mejora de su rentabilidad. Esto pasa por la reducción de gastos en insumos (labores, uso del agua, fertilización, control de plagas y enfermedades) y, por otro lado, maximizar las producciones, que requiere de la elección de una semilla de calidad y con potencial genético suficiente que permita adaptarla a nuestras condiciones de producción.

Para ello, contamos con un importante aliado: la semilla certificada. Las variedades que se comercializan son fruto de programas de mejora que han sido testados en nuestras condiciones, y su empleo es una de las formas principales de introducir tecnología e innovación en nuestra explotación. Con su utilización, contribuimos a que los programas de mejora sigan avanzando para poder lograr este objetivo.

¿QUÉ OPCIONES TENEMOS EN EL MOMENTO DE LA SIEMBRA?

Se estima que en Aragón son necesarias unas 145.000 t al año para la realización de las siembras. En estas se incluyen tanto la semilla certificada, el grano acondicionado, así como la semilla de otros orígenes, entre ellas el grano que el agricultor reemplea de su propia explotación sin pasar por un sistema de acondicionamiento.

Optar por una u otra es una decisión empresarial, pero se deben conocer las diferencias que existen entre una u otra para poder tomar la mejor decisión como empresarios, porque no todo es lo mismo. A continuación se dan algunas indicaciones sobre cada una de ellas.

En el caso de la semilla certificada, se trata de un producto estandarizado que se produce y comercializa con arreglo a unos parámetros mínimos establecidos para cada una de las categorías en los reglamentos técnicos. Esta responde con toda garantía a una serie de parámetros, controlados por las empresas productoras y también por la Administración (existe un doble control). Este sistema de controles es continuo y comprende desde la presentación de las declaraciones de cultivo, los controles durante la producción del cultivo, hasta el precintado y certificación de la semilla en sacos. Además, existe un control a posteriori de los lotes certificados, que se realiza en el denominado Postcontrol, en el que estos lotes se siembran en microparcelas para comprobar que no existen mezclas varietales (imposibles de controlar de otra forma), así como la ausencia de enfermedades trasmisibles por la semilla. Un ejemplo de este trabajo que se realiza en los postcontroles se pudo observar el pasado 30 de mayo en la Jornada celebrada en Zuera, en la que se pudieron visitar los más de 2.500 lotes que se siembran para realizar este estudio. Un trabajo desconocido, pero fundamental dentro del sistema de certificación.

Al final, lo que se debe garantizar es que el agricultor encuentre en el mercado sea un producto con unas características mínimas de germinación, pureza específica y varietal, ausencia de enfermedades transmisibles por semilla, etc., y todo esto bajo el control y certificación de un organismo oficial. No está nada mal, ¿verdad?

Gracias a todos estos controles que se realizan durante todo el ciclo de producción, se puede decir que la producción de semilla certificada es uno de los procesos agroindustriales en los que más controles se realizan y que sin duda tratan de aportar  una garantía total al consumidor, en este caso el agricultor, que se debe aprovechar de un sistema garantista y todavía público de certificación.   

Por supuesto, existen, como hemos comentado, otras fuentes de suministro para la siembra. En el caso del reempleo, consiste en volver a sembrar directamente la cosecha obtenida por el agricultor en SU PROPIA EXPLOTACIÓN, mientras que el grano acondicionado debe ser procesado en centros autorizados que realizan la limpieza, selección y/o tratamiento con productos fitosanitarios. Debe quedar claro que no es posible ningún tipo de compraventa de este grano acondicionado, y que, si se realiza, se trata de una actividad ilegal.

También es necesario aclarar que la normativa señala de forma clara que el agricultor tiene DERECHO a utilizar el producto de su propia cosecha para siembras propias en su explotación, incluso si se trata de variedades protegidas (artículo 14 de la ley 3/2000), aunque en este caso deberá pagar una remuneración al obtentor. Por lo tanto, es totalmente lícito, pero se debe realizar de forma correcta, aportando el origen y el destino de las partidas a acondicionar, registrando esta información y declarando correctamente las variedades que se desean acondicionar. En el caso de variedades protegidas, se deberá pagar al obtentor por la utilización de una variedad que está sujeta a la protección de sus derechos. El acondicionamiento es, por lo tanto, una actividad regulada, que se encuentra controlada por la administración y también por los obtentores vegetales que defienden los derechos relacionados con la protección vegetal (royalties).