La agricultura de regadío es garantía de seguridad alimentaria

Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad es garantizar un suministro sostenible y seguro de alimentos en un contexto caracterizado por una creciente incertidumbre y variabilidad en los precios, costes y producciones agrarias. Todo ello, como consecuencia de factores tan diversos como los fenómenos meteorológicos extremos (por ejemplo, sequías e inundaciones), crisis logísticas (por ejemplo, crisis pandémicas), cambios en las políticas agrarias y los conflictos bélicos, entre otros. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) pronostica que la población mundial crecerá por encima de los 9.000 millones para el año 2050, y que la demanda de alimentos aumentará en un 50% para 2030 y entre un 80-100% para 2050. 

Fecha: 08-Aug-2023

Fuente: iagua

Para atender este gran desafío poblacional, la agricultura necesitará elevar su productividad de forma significativa (principalmente, vía un aumento de la superficie de regadío y una mayor tecnificación que incremente la eficiencia en el uso de los recursos productivos, tierra y agua, básicamente). No obstante, los efectos del cambio climático están afectando negativamente a la productividad de la agricultura de regadío y de secano en todo el mundo, aumentando la demanda de agua de los cultivos, disminuyendo la productividad de los mismos y exigiendo mayores cotas de tecnificación y eficiencia. Paralelamente, estudios recientes pronostican que más de la mitad de la población mundial vivirá en regiones con escasez de agua en el año 2050, lo que agravará la capacidad del sistema económico, y del sector agrario en particular, para garantizar la seguridad alimentaria.

Los efectos del cambio climático están afectando negativamente a la productividad de la agricultura de regadío y de secano en todo el mundo

En este contexto de elevada incertidumbre, la agricultura de regadío juega un papel crucial para asegurar la suficiencia de la producción agrícola mundial, ya que en los 330 millones de hectáreas en regadío (20% de la superficie cultivada mundial) se produce más del 40% de la producción anual de alimentos. Asimismo, se observa cómo la puesta en regadío de tierras antes dedicadas a cultivos de secano ha elevado los rendimientos agrícolas en la mayoría de las principales regiones agrícolas del mundo, mejorando así la capacidad para enfrentar los desafíos que plantea el crecimiento de la población mundial y el cambio climático.

En el caso específico de España, contamos con una agricultura más productiva y competitiva gracias al desarrollo del regadío, lo que ha permitido alcanzar una producción vegetal de 35.000 millones de euros en 2021 (según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación). De hecho, España posee la mayor superficie de regadío de la Unión Europea (UE), con 3,87 millones de hectáreas regadas en el año 2021, que representan el 23% de la superficie cultivada y alrededor del 70% de la producción final vegetal. Cereales (932.963 ha), Olivar (875.531 ha), Frutales (696.400 ha), Viñedo (397.650 ha) y Hortalizas (224.965 ha), constituyen actualmente los principales cultivos de regadío. Andalucía, con 1,1 millones de hectáreas (29% del total nacional), lidera el ranking en superficie regada, seguida de Castilla-La Mancha, Castilla y León y Aragón.

Aunque este sector consume alrededor del 70% de los recursos hídricos totales, este ha acometido un intenso proceso de modernización con el objetivo de elevar la eficiencia de uso de los recursos productivos que utiliza, especialmente del agua. La superficie de regadíos, que se ha modernizado durante las últimas décadas con empleo de riego localizado, ha alcanzado la cifra de 2,1 millones de hectáreas en 2021 (55% de la superficie de riego), con una inversión superior a los 3.000 millones de euros. Todo ello ha propiciado que la productividad por hectárea de regadío sea seis veces mayor que en la agricultura de secano y se obtenga un ingreso medio cuatro veces mayor que en el secano.