Expertos alertan sobre los efectos del calentamiento global en la agricultura del Mediterráneo

La productividad agrícola en la región mediterránea podrá caer un 17% para el año 2050 a causa del cambio climático si se mantiene un nivel alto de emisiones de CO2, advierte un informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU.

Fecha: 04-Mar-2022

Fuente: Interempresas

El sexto informe de evaluación del IPCC, que este grupo de especialistas climáticos acaba de publicar y que actualiza desde 2014 lo que se sabe acerca del calentamiento global y sus efectos, señala que la mediterránea es una región de “relativa alta vulnerabilidad” frente a la crisis climática, aunque con “grandes asimetrías” e impactos más severos en el sudeste.

Todo el continente europeo experimentará pérdidas de producción agrícola a lo largo del siglo XXI, anuncia el IPCC, costes que no se verán compensados por las ganancias que podrían observarse en los países nórdicos. Frente al desafío agrícola, los científicos desaconsejan apostar por la irrigación, sobre todo en el contexto de estrés hídrico que previsiblemente se agravará a medida que aumente la temperatura.

El documento prevé una reducción de las aportaciones hídricas en la cuenca Mediterránea de entre un 4 y un 8%, un riesgo que será inevitable “con acciones o sin ellas”, ha aseverado en rueda de prensa Jofre Carnicer, uno de los 270 autores del informe -científicos de 67 países diferentes- y especialista en impactos climáticos en el Mediterráneo.

Debido al aumento de la temperatura media del planeta, el nivel del mar podrá subir entre 20 centímetros y más de un metro en la región mediterránea, donde un “un 37% de la costa (con 42 millones de personas) es de altura baja y estaría afectada por este riesgo extremo”, apunta Carnicer.

“Tenemos que trabajar en la adaptación”, insiste por su parte Marta Rivera-Ferre, coautora del capítulo 8 y también experta en esta temática, que recomienda medidas como el incremento de la materia orgánica en los suelos para mejorar su rendimiento y, al mismo tiempo, favorecer la mitigación, pues se incrementaría su capacidad de secuestrar carbono.

Rivera-Ferre subraya en concreto el “riesgo elevadísimo” proyectado para el sudeste español, que -recuerda- es “la canasta de producción de verduras europea”, y destaca la dificultad para transformar y diversificar un modelo agrícola dominado por el monocultivo, como es el de Europa, y donde la producción intensiva “ha degradado los suelos”.