Réquiem por el Manubles / Luis Miguel Ferrer

Fecha: 19-Aug-2022

Luis Miguel Ferrer 
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
lmferrer@unizar.es

Me he levantado temprano, como siempre. A mi me gusta madrugar, como me enseñaron en mi casa, como lo hice los más de veinte años que trabajé con los ganaderos de ovejas, cabras y vacas, y como lo sigo haciendo ahora en la universidad.

Había quedado para participar en el programa “De puertas al campo”, de Carlos Espatolero.

El tema a tratar era de lo más actual, el incendio de Ateca, el del Manubles. El programa comenzaba a las ocho y yo intervenía sobre las ocho y media. Me he preparado el café, para espabilar la mente, y he conectado la radio (el ordenador) poco antes de comenzar el programa.

Comenzaban a entrevistar a los representantes de los principales sindicatos agrarios, muchos de ellos, buenos conocidos y amigos míos y los he escuchado con verdadera pena.

Han estado narrando uno tras otro el “Réquiem por un campesino español” de Ramón J. Sender, solamente que aquí no hay ningún Mosén sino una Administración que contrata servicios para mejorar el medio natural y termina arrasando todo el Manubles y la moral de sus gentes.

Daba auténtica pena el oír a uno tras otro hablar de vidas enteras de entrega, de sueños, de hipotecas y préstamos para salir adelante, de formación de pequeñas cooperativas para que se reconociera la calidad de la fruta de la zona, de medio rural auténtico, de sostenibilidad, de resistir en los pequeños pueblos, de creer que tenían futuro.

Todo esto se lo ha comido el fuego, ese incendio devastador que ha arrasado todo en cuatro días. Desesperación es lo mínimo que se puede tener, pero no es lo que ellos expresaban. Habían perdido todo por la negligencia de otros, de esos que contrataron una empresa de repoblación de pinos para hacerlo en julio, en el peor de los momentos, en el que el sinsentido de nuestros representantes te golpea en un oído con el “no salgas con la cosechadora que vas a incendiar el monte” y por el otro escuchas los chasquidos de las llamas de ese incendio, que no fue el primero. Quince días antes habían provocado otro, los mismos y en el mismo sitio, pero que se controló y no trascendió a la gente.

¿Cómo es posible escuchar, en un país que no es autosuficiente en su alimentación, en el que estamos gimoteando porque no tenemos cereales para nosotros y nuestros animales y no nos llegan los de Ucrania, que no cosechemos porque somos los culpables de los incendios y nos manden a una empresa a repoblar pinos en julio?

Un año mirando al cielo y …………… no coseches. Absurdo, increíble, una locura. ¿Esperamos a que caiga una granizada o que hacemos?. Una verdadera pena, un desastre de organización.

Me gustaría que este escrito fuera papel mojado y todo se recuperara en unos días, que a esos habitantes del Manubles les repusieran lo que les han arrancado, que los responsables de esta fechoría se hicieran cargo de todo lo que ha pasado, con los préstamos e hipotecas que no van a poder abordar, con todo el lucro cesante que se produce por la falta de producción durante años, que no hubiese que rezar este “réquiem por un campesino español” sino que se dignificara el trabajo de los hombres y mujeres del mundo rural, que se escuchara a los pueblos y se hicieran las cosas con prudencia, con esa virtud que se tiene en los pueblos, con ese saber hacer de los que trabajan y piensan para el futuro y no para las siguientes elecciones.

Me gustaría, que aquellos responsables subsidiarios en la sombra, pensaran en esos muchos miles de hectáreas que han quemado, en ese CO2 que han mandado a la atmósfera, en ese oxígeno que ya no produce la vegetación quemada, en esas personas que han arruinado en un acto negligente, previamente avisado, a todo un valle, en esas ovejas que han intoxicado con humo, han muerto o van a tener que pastar ceniza, altamente irritante, y en los pastos que ya no existen.

¿Cuántos años tardaran esas personas del Manubles en ver un valle verde? Muchos de ellos, debido al envejecimiento de la población de los pueblos, nunca lo verán y otros muchos, tendrán que dejar el pueblo, si no se pone remedio, y tampoco alcanzarán a ver el verde de su valle.

No he sido nunca ni soy buen escritor, ni me gusta escribir de estas cosas, y es la tercera vez en pocas semanas que lo hago. Lo hago por despecho, porque muchos de los que viven en los pueblos están en peores condiciones que yo para escribir, lo hago para hacer oír esa voz seria y apagada de los que poco a poco están viendo como no eran hoyos para pinos lo que estaban haciendo, sino fosas para enterrar la ilusión y templanza de aquellos que todavía luchan por sobrevivir en sus pueblos.

No me extraña que Carlos, cuando me vio serio y reivindicativo del medio rural, me diera un rápido y elegante corte y pasara a otro entrevistado más tranquilo. Soy consciente, pero siempre me ha costado y me cuesta callar cuando veo y oigo la desgracia de mis amigos.

Carlos, te prometo que la próxima vez lo intentaré de nuevo, pero no pienses que lo voy a lograr, llevo más de sesenta años intentando ser tranquilo pero todavía no he aprendido.