Ganarse al consumidor desde la mejora genética / Celia M. Cantin

Fecha: 03-Feb-2020

Celia M. Cantin
Unidad de Hortofruticultura
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Fundación Agencia Aragonesa para la Investigación y el Desarrollo (ARAID)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
cmcantin@cita-aragon.es

Por primera vez en muchos años, el consumo de frutas y hortalizas frescas en los hogares españoles aumentó un 1,5% en 2019 respecto a  2018, situándose en 92 kg de fruta fresca per cápita (www.mapa.gob.es). Entre las frutas con un mayor ascenso en el consumo se encuentra el plátano (+3%), la manzana (+4%), la sandía (+20%) y el melón (+6%). A pesar de que somos uno de los países con mayor consumo de fruta fresca per cápita en la Unión Europea, todavía estamos lejos de las recomendaciones de la OMS.

El consumo medio por persona y año de fruta fresca durante 2018 fue de 90,49 kilos, una cifra un 2.1% inferior a 2017. En 2018 destacó especialmente el descenso del consumo de fruta de hueso, con un 7,4% menos que en 2017, especialmente en melocotón (-11%). También se produjo un descenso en el consumo de fruta de pepita (-3,1%) y los cítricos (-3,4%). Por el contrario creció el consumo de frutas exóticas (+3,3%) y de frutos rojos (+4%).

Uno de los datos más preocupantes, bajo mi punto de vista, es el relativo a los niños. El 23% de los niños en España no consumen fruta fresca a diario, mientras que el 38% de los niños la consumen sólo una vez al día. Según los datos publicados por el Ministerio de Agricultura (2018), las familias con hijos tanto menores como mayores, se sitúan por debajo de la media de consumo nacional (ver figura).

El descenso continuado del consumo de frutas y hortalizas frescas en los hogares que se está observando en los últimos años, contrasta con el consenso existente en el ámbito científico y médico sobre los beneficios del consumo de frutas y hortalizas frescas. Por otro lado, son muchos los estudios que muestran que cada vez hay más consumidores preocupados por cuidar su salud, e interesados en el consumo de productos frescos y naturales. Sin embargo, no somos capaces de venderles las bondades de la fruta fresca. Existe, bajo mi punto de vista, una desconexión entre el interés del consumidor y lo que le ofrecemos desde todos los eslabones de la industria frutícola.

Desde la mejora genética también podemos contribuir a aumentar el consumo de fruta fresca ofreciendo un producto más apetecible y más cómodo para el consumidor. En primer lugar, debemos considerar la calidad organoléptica como uno de los atributos más importantes para el consumo. Cualquier producto alimentario, y por supuesto la fruta, debe resultar en una experiencia placentera para el consumidor. Si no es así, la repetición de consumo será mucho menos probable. Por otro lado, debemos ofrecer productos fáciles de consumir, que puedan consumirse en cualquier lado (sin necesidad de mancharse ni de utilizar utensilios) y con larga vida útil. Los programas de mejora se centraron en el pasado en la búsqueda de variedades con altas producciones, fácil manejo y un buen tamaño de fruto. Actualmente, los objetivos prioritarios de la mejora genética deben centrarse en el consumidor, si queremos ganar la batalla a la pérdida de consumo de fruta fresca frente a otros productos del mercado.