Biodiversidad en los campos: conociendo a las mesícolas / Alicia Cirujeda

Fecha: 24-May-2022

Alicia Cirujeda
Unidad de Sanidad Vegetal
   Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA)
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
acirujeda@aragon.es

Como se ha descrito en la entrada “¿Se puede conseguir mantener especies arvenses en los campos sin que sean perjudiciales para el cultivo?”, desde el CITA se están llevando a cabo prospecciones de flora arvense en Aragón.

Comentábamos en esa entrada que, en algunas zonas de Aragón con un manejo de los campos de cereal extensivo, con menor presión que en áreas de regadío, todavía se encuentran especies vegetales que pueden ser consideradas plantas arvenses mesícolas (propias de las “mieses”, del cereal) que hoy día son raras en Aragón y en muchas zonas de Europa. Numerosas especies mesícolas que habían sido muy frecuentes en décadas anteriores en campos de cereal, están actualmente incluidas en las listas rojas de diferentes países europeos.

Como característica común de estas plantas se puede decir que, en general, necesitan pocos nutrientes para crecer (en ocasiones incluso les perjudica la fertilización química), que la competencia reduce su crecimiento y que están muy adaptadas a los ciclos del cereal y al laboreo de preparación de la cama de siembra (necesitan un laboreo esporádico para germinar).

Es verdad que, a priori puede ser que no se entienda qué interés puede haber por estas plantas, que conviven con el cereal y son, por ello, competidoras por espacio, luz, agua y nutrientes. Pero también es verdad que en los últimos años se está comprobando que hay una disminución muy grande de la biodiversidad en general en los ecosistemas agrarios: tanto insectos, como aves, reptiles y también, flora. Podemos tratar de favorecer su presencia alrededor de los campos (véase entrada al RICA “El manejo de los márgenes de cultivo”) pero muchas de estas plantas mesícolas solo crecen dentro de los campos al necesitar cierta perturbación en el suelo para germinar.

¿Y en qué puede beneficiar a las personas tener esa biodiversidad dentro de los campos? De entrada parece que no hay beneficio ninguno, que el agricultor persigue la mayor cosecha y para ello busca la manera de tener el campo lo también lo “más limpio” posible, a ser posible solo el cultivo. Eso sí, con las menos intervenciones posibles para maximizar la rentabilidad. Sin embargo, esto puede ser una visión a corto plazo. Como se ha explicado en la entrada anterior, a menudo es mejor tener muchas especies diferentes a bajas densidades que no unas pocas muy dominantes, que además pueden presentar incluso resistencia a herbicidas y son las que realmente limitan la producción.

Pero, por otro lado, la diversidad vegetal dentro de los campos de cultivo puede ayudar, por ejemplo, al control biológico de plagas, evitando que una especie nociva para los cultivos pueda aumentar sus poblaciones de forma descontrolada. La diversidad en los campos favorece que puedan vivir depredadores y parasitoides de plagas dándoles alimento y cobijo. Una segunda razón puede ser que, como se ha demostrado, la necesaria polinización en muchas de las especies cultivadas no solo la llevan a cabo abejas domésticas, sino también en gran parte otros polinizadores silvestres, insectos que tienen su hábitat en la vegetación dentro y fuera de los campos. Y sin ellos, no se recogerían almendras, melocotones ni muchos otros alimentos.

Describimos, pues, unas cuantas de estas especies.

Empezando por Nigella gallica. La encontramos en muy pocos lugares de Aragón. Es una planta con una bonita flor azul claro, de hecho, otra especie del mismo género se usa en jardinería, es la Nigella damascena.

Tal vez la segunda más rara en los inventarios realizados hasta el momento sería Gladiolus italicus, una especie silvestre de gladiolo. La hemos encontrado en poquísimas ocasiones, en las provincias de Huesca y de Teruel.

Le sigue Agrostemma githago, la neguilla, una especie temida antiguamente, ya que era difícil separar sus semillas del cereal en la cosecha y su ingesta provocaba molestias digestivas importantes. Esta especie la hemos encontrado en repetidas ocasiones en campos de esparceta (pipirigallo) y en algunos campos de cereal, pero es rara en Aragón.

Otra especie difícil de ver, luce una flor de un color blanco “muy blanco”, se llama Iberis amara. Según el herbario de Jaca del IPE (CSIC), es escasa en el Pirineo de Huesca y en las sierras de la provincia de Teruel. Como arvense, es realmente escasa y solo la hemos encontrado en contadas ocasiones.

También Raphanus raphanistrum, una brassicácea con pétalos muy blancos, es escasa en Aragón, solo conocemos una población cerca de Fabara. En otros países, sí es más frecuente.

Lo mismo ocurre con Scandix pecten-veneris, con sus llamativos frutos. Es rara aquí pero el cambio de uso de algunos herbicidas en Navarra ha provocado que allí vuelva a ser más frecuente.

También Thlaspi arvense, pequeña de tamaño, apenas unos 35 cm, con sus llamativos frutos, en Aragón solo se encuentra en zonas altas y de manejo extensivo, si bien en Alemania y Francia sigue siendo muy abundante.

Y, para terminar, podemos citar a Centaurea cyanus y Centaurea depressa, el azulejo o aciano. Son especies emblemáticas en otros países como Alemania donde se llama “flor de cereal” o en Francia, donde se considera el símbolo de la Memoria y la Solidaridad para con los soldados mutilados de la Primera Guerra Mundial. En Aragón la encontramos en zonas en campos de cereal a altitudes muy determinadas.

Esperamos que el análisis de las prospecciones nos ayude a conocer qué factores determinan la presencia de estas especies.