Los análisis de suelo, nos pueden aportar mucha información a la hora de establecer un cultivo, tanto si es la primera vez que lo hacemos, como si es un suelo ya conocido, pues estos pueden verse modificados de unos cultivos a otros.

Todos los parámetros que podamos obtener mediante la analítica, pueden hacernos cambiar nuestros planteamientos iniciales respecto a la especie o variedad que queremos implantar, ya que pueden tener comportamientos y respuestas totalmente distintas.

A la hora de tomar la muestra, tan importante es la técnica como la primera interpretación (visual) que hagamos durante la preparación de la misma.

En primer lugar, si tenemos una idea más o menos clara de la especie a implantar es bueno conocer o informarse de la profundidad que puede llegar a alcanzar el sistema radicular de las plantas, con ello podemos variar la profundidad de la calicata que tendremos que realizar.

En segundo lugar, una vez conocido este dato, se realiza la calicata, que consiste en efectuar un corte más o menos vertical de manera que puedan apreciarse las diferentes capas de nuestro suelo.

Por último, con la ayuda de un pequeño pico de mano o de una pala, podemos recoger diferentes muestras a las profundidades deseadas, bien porque queramos extraer una muestra de cada capa, o bien porque lo que buscamos son muestras más o menos homogéneas a unas profundidades determinadas (por ejemplo a 20, 40 y 60 cm). Estas muestras se recogen en bolsas o botes, que tenemos que enviar bien cerrados y etiquetados al laboratorio. Lo ideal es que el terreno esté más o menos seco a la hora de tomar la muestra para que llegue en el mejor estado posible.

Una vez recibamos los resultados, ya podemos tomar las decisiones oportunas para sacar el máximo partido a nuestro suelo, o para darle las labores y los aportes necesarios para el cultivo que viene.

Alberto Dieste Gracia - Ingeniero Agrónomo