Esas dos comunidades concentran más de la mitad de la cabaña porcina del país, que alcanza, según la misma fuente, los 30,8 millones de cabezas.

En el caso de Aragón, el volumen de las cabezas de ganado porcino ha experimentado un espectacular aumento del 26,8 % en solo cinco años: de los 6,36 millones de 2013 a los 8,07 del último recuento, cerrado en noviembre.

El avance, debido fundamentalmente al crecimiento de la ganadería industrial y la instalación de macrogranjas en la comunidad, es notablemente superior al de la comunidad vecina, que se ha quedado en el 16,4 % para alcanzar los 7,77 millones.

No obstante, Catalunya sigue manteniendo la principal cabaña de madres reproductoras del Estado, con 597.351 cabezas, más de 50.000 por encima de las 543.232 de Aragón, que ganó más de 65.000 en el último lustro, y a mucha distancia, en ambos casos, de las 424.841 de Castilla y León. Entre las tres acumulan prácticamente dos tercios de las 2,5 millones de cerdas de cría del país.

Esa diferencia hace que Aragón ocupe también el segundo lugar en cuanto a lechones, los cerdos que todavía no han entrado en el proceso de engorde para su sacrificio. Las granjas de la comunidad registraban a finales de año un total de 2,3 millones, casi 150.000 por debajo del volumen catalán, aunque tras un crecimiento de más de 300.000 desde 2013.

Buena parte de esos lechones, cuya cifra debe duplicarse con creces para calcular el número de lechones que nacen cada año en la comunidad, ya que cada madre pare en más de dos ocasiones por ejercicio en los sistemas de producción intensiva, son trasladados por las integradoras a granjas de otros territorios.

Por último, el sector porcino aragonés es líder absoluto en España en el apartado del engorde, con 2,19 millones de animales de menos de cincuenta kilos (más de medio millón por encima de los registros de 2013), y con 3,02 de cebo, que suponen un incremento del 33 % frente a los 2,26 de hace un lustro.

En este caso, las estadísticas del Ministerio de Agricultura contabilizan las plazas. La cifra total de animales de engorde que pasan por las granjas al cabo del año supera los 14 millones, ya que los procesos de cebado previos al sacrificio apenas llegan a durar cuatro meses, tras los que, con un pequeño plazo para adecuar las cuadras, estas vuelven a llenarse.

¿Y qué huella dejan esos animales en el territorio? Un volumen descomunal de purines y de nitrógeno que, respectivamente, supera los 110 hectómetros cúbicos y roza las 73.000 toneladas, según la estimación que resulta de cruzar los datos de Agricultura con los de la Agencia de Residuos Catalana. Ese volumen de residuos es suficiente para saturar casi 330.000 hectáreas de campos.

La mayor aportación procede de las madres, con 31.290 toneladas de nitrógeno y 96,42 kilos de purines al cabo del año. Le siguen los animales de cebo (25.732 y 7,56) y los que inician el proceso de engorde (13.158 y 3,94), mientras los lechones, de mucho menor tamaño, generan 2.745 y 2,07.