La pérdida del color de la garnacha blanca, una mutación genética que potencia su toque floral

Una mutación genética es la responsable de la pérdida de color de la uva en la variedad Garnacha Blanca, una circunstancia que, además, contribuye a potenciar el carácter aromático floral, de fruta blanca y herbáceo que caracteriza a los vinos blancos.

Fecha: 23-Sep-2019

Así se demuestra en la tesis doctoral titulada Estudio del origen genético de la variedad de vid Garnacha Blanca, de su diversidad fenotípica y de los efectos moleculares asociados a la variación en el color de la uva, desarrollada en la Universidad de La Rioja por de Maite Rodríguez Lorenzo y con la que ha obtenido el grado de doctora con la calificación de sobresaliente ‘cum laude’ con mención internacional.

Desarrollada en el marco del programa de Doctorado ‘Enología, Viticultura y Sostenibilidad’ del Departamento de Agricultura y Alimentación, la tesis se ha llevado a cabo en el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) y en la Sección de Viticultura y Enología del Gobierno de Navarra (EVENA); dirigida por José Miguel Martínez Zapater (ICVV), Javier Ibáñez Marcos (ICVV) y Pablo Carbonell Bejerano (Max Planck Institute for Developmental Biology).

El estudio del origen genético de la Garnacha Blanca ha exigido analizar más de setenta muestras procedentes de Navarra y La Rioja, caracterizando la región del ADN en la que se encuentran los genes que regulan el color del hollejo. La tesis demuestra que la desaparición de estos genes origina la pérdida de color de la uva, ya que son los responsables de la síntesis de antocianos, pigmentos tintos que determinan la coloración del fruto. Esta menor coloración de la piel altera el microclima que se produce en cada grano: al ser más claros, reciben más luz en el hollejo y en la pulpa, y se calientan menos que en las variedades tintas.

“Como defensa ante estas condiciones las uvas producen más moléculas fotoprotectoras y antioxidantes alternativas, como carotenoides —responsables de las gamas de color amarillo— y terpenos —moléculas volátiles del aroma— y acumulan así una mayor concentración de precursores aromáticos”, explica la ya doctora Rodríguez Lorenzo, añadiendo que, “aunque existen otros factores a tener en cuenta, estos cambios en la composición de las bayas pueden contribuir al carácter aromático floral, de fruta blanca y herbáceo que caracteriza a los vinos blancos”.

Estudio comparativo Garnacha Blanca y Tinta

Para llegar a estas conclusiones, la Maite Rodríguez realizó un estudio comparativo entre uvas de Garnacha Blanca y Garnacha Tinta, así como entre Tempranillo Blanco y Tempranillo Tinto. Los resultados son aún más evidentes en estas dos últimas variedades, debido al color más oscuro de las variantes tintas en Tempranillo.

La investigación ha incluido también el análisis morfológico de los racimos en una colección de muestras de Garnacha Blanca. En su investigación doctoral, Maite Rodríguez Lorenzo ha estudiado si eran más o menos compactos y su nivel de producción, concluyendo que la mutación responsable de la perdida de color de la uva no afecta directamente a estas características, aunque sí es posible una selección clonal que mejore su calidad.

La Garnacha Blanca es una variedad de uva blanca derivada de la Garnacha Tinta, que surge de manera natural cuando, espontáneamente, se produce la mutación identificada en esta tesis. Ambas variedades se caracterizan por problemas en el cuajado de los frutos que limitan su producción.