La pasada semana, un ganadero de Laspuña (Sobrarbe) denunciaba ante la Guardia Civil el ataque sufrido en su explotación de caprino de la pedanía de Ceresa que se saldó con quince cabras muertas, seis abortos y ocho desaparecidas. Al parecer, fue parte de

La denuncia es un aldabonazo más para la ganadería extensiva pirenaica, que no solo debe luchar contra la puntual aparición del oso en determinadas comarcas, sino que los perros de caza abandonados o las jaurías de cimarrones se convierten en otro enemigo a tener en cuenta.

Fecha: 25-Oct-2017

Fuente: Pirineo digital

Según declaró a Heraldo el ganadero Daniel Mur, muchas de las cabras “estaban degolladas y luego las devoraron”. Los hechos coincidieron con una gran batida de caza en la que participaban 60 o 70 perros. “Sueltan a los perros pero no los recogen inmediatamente” decía Mur, que a la vez lamentaba que los cotos no asuman los daños que ocasiona la actividad.

Aunque muchos de los cazadores cuentan con un seguro de responsabilidad civil para afrontar estos daños, lo difícil es demostrar la autoría e identificar qué animales en concreto han sido los causantes. Al parecer, el año pasado ya se produjeron hechos similares en rebaños de Laspuña y Labuerda.

Los perros habrían atacado tanto a los animales que se encontraban en un corral, como los que permanecían en el interior de una nava. Respecto a las cabras desaparecidas, el propietario las daba por perdidas. Según indicó otro ganadero de la zona, varios días después de la cacería todavía quedaban perros sueltos en el monte.