La mariquita, un gran aliado de los cultivos sostenibles

Símbolo de la buena suerte en muchas culturas, con multitud de especies distintas de múltiples colores, diferente cantidad de puntos en sus alas o incluso sin ellos, la familiar mariquita, además de ser un simpático insecto, ha resultado también un magnífico aliado de las técnicas de cultivo más sostenibles.

Fecha: 23-Jan-2020

Al menos así ocurre en el italiano Valle Venosta, en plenos Alpes, una de las mayores zonas de producción de manzana en Europa que, además, aspira a convertirse en una de las más sostenibles del viejo continente. Una muestra de esa apuesta es, precisamente, el uso que los agricultores de Val Venosta hacen de este insecto —se calcula que cerca de cien variedades distintas de mariquitas viven en este Valle— para reducir al máximo el uso de productos fitosanitarios en el control de plagas en sus campos de manzanos.

Y es que la mariquita es una verdadera devoradora de áfidos —los pulgones que dañan a árboles frutales, flores y plantas—, de los que puede llegar a comerse entre cincuenta y cien al día, de modo que a lo largo de todo su ciclo vital puede llegar a eliminar unos ciento cincuenta mil parásitos, protegiendo así a las manzanas que allí se cultivan de virus y plagas, y favoreciendo el desarrollo natural de unas frutas crecidas en alta montaña, en campos situados entre los 500 y los 1.000 metros de altitud con un microclima especialmente indicado para este cultivo: precipitaciones, gran variación térmica entre el día y la noche, brisa fresca y unos trescientos días de sol al año.

Mariquita y cultivo sostenible

Para integrar a las mariquitas en este entorno, los agricultores se esfuerzan en proporcionarles las mejores condiciones como, por ejemplo, sabiendo que estos insectos necesitan polen para reproducirse, plantan hileras de flores en sus campos, tanto dentro del propio terrero de cultivo de las manzanas como en los alrededores. En total, más de 5.200 hectáreas llenas de manzanos acompañados por flores, además de matorrales y construcciones de piedra o madera donde se da cobijo a otros insectos, reptiles y pequeños mamíferos que ayudan al equilibrio natural del ecosistema. Es una manera sencilla de contribuir a la biodiversidad y a que los cultivos sean respetuosos con el medioambiente.

El ciclo vital de las mariquitas suele ser de un año, un periodo en el que les da tiempo a tener una amplísima descendencia, ya que cada hembra suele experimentar dos periodos de cría en los que pone entre quinientos y ochocientos huevos. Para facilitar el sustento a su descendencia, colocan esas ovadas justamente en una colonia de pulgones, de manera que, todavía siendo larvas, las futuras mariquitas ya colaboran en la tarea de eliminarlos, un trabajo que continuarán una vez sufrida la metamorfosis, unos diez días después de abandonar el huevo.