La huella hídrica de una cesta de la compra habitual

Cerrar los grifos no basta para ahorrar agua. Hay muchos detalles cotidianos que tienen que ver con la cantidad de consumo hídrico que llevamos a cabo y de los que no siempre somos conscientes. Uno de ellos, y no menor, es la alimentación de nuestro día a día.

Fecha: 30-May-2019

Según datos de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que recoge y analiza la Asociación de Productores Hortofrutícolas de Val Venosta (VI.P), el 70 % del consumo mundial de agua dulce se produce dentro de la industria alimentaria, y no es igual la cantidad de agua necesaria para cultivar y elaborar unos alimentos que otros. Por ejemplo, la Fundación Aquae asegura que hacen falta 15.400 litros de agua para producir 1 kilo de ternera y 8.700 litros para 1 kg. de cordero. La industria cárnica es una gran consumidora de agua. Pero hay otras cifras llamativas: medio kilo de mantequilla necesita unos 2.700 litros de agua para su elaboración y medio kilo de queso, 2.500 litros, mientras que una sola hamburguesa requiere 2.400 litros.

Huella hídrica y dieta mediterránea

De estas cifras se deduce, por tanto, que la cesta de la compra cotidiana puede ser más o menos comprometida con el medioambiente en función de los ingredientes que incluya. Y, según los expertos, mantener una dieta mediterránea favorece una menor huella hídrica en los hogares, ya que se da protagonismo a alimentos que requieren menos agua, como el pescado o las frutas y verduras. Por ejemplo, la producción de una naranja requiere 50 litros; una patata, 25 litros; y una lechuga o un tomate necesitan 13 litros de agua en todo su proceso de cultivo, almacenamiento, transporte…

Ahora bien, los efectos del impacto de esta actividad agrícola sobre el medioambiente pueden minimizarse mediante la responsabilidad de consumidores y productores. En este sentido, la Asociación de Productores Hortofrutícolas de Val Venosta (VI.P), en los Alpes Italianos, uno de los mayores productores de manzana europeos, ha logrado reducir su huella hídrica un 86 % respecto a la media. Para producir un kilo de sus manzanas (5-6 piezas), vendidas a granel y consumidas en fresco, se requieren 63 litros de agua. Mientras que, siguiendo los métodos de producción estándar, una sola manzana requiere un promedio de 70 litros.

Este drástico ahorro es posible gracias al estricto control que la asociación aplica en todas las fases del proceso productivo, empezando por el campo, en las 5.200 hectáreas de cultivo de que disponen en los Alpes Italianos, un enclave privilegiado para la producción de manzanas gracias al clima seco y la escasez de lluvias. Desde los glaciares y montañas, una compleja red suministra agua dulce a los campos. Y los agricultores de la asociación utilizan este recurso natural de manera eficiente, implantando sistemas de riego por goteo, optimizando el suministro de agua para la mitad de sus manzanos. Y utilizan técnicas de cultivo integrado, más respetuosas con el entorno y los frutos.

También han implementado tecnología para reducir el consumo de energía en sus plantas de almacenaje, donde vigilan el consumo hídrico y utilizan agua especialmente preparada para respetar la naturalidad de sus manzanas. Son políticas de compromiso con el medioambiente en línea con las corrientes de consumo responsable, cada vez más potentes en Europa, que apuestan por modelos de vida y de producción sostenibles.