La agricultura 100% ecológica haría peligrar la independencia alimentaria de la UE

Así lo indica un estudio que ha realizado el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro que apunta a que, en ausencia de un mercado agroalimentario europeo totalmente integrado, tal como ha evidenciado la pandemia, fragmentar el mercado fomentando los mercados locales conduce a tensiones en la oferta disponible y, por tanto, en subidas de los precios.

Fecha: 06-Apr-2021

Fuente: Horto info

Un informe elaborado por el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, la asociación empresarial agraria más antigua de España y de las más antiguas de Europa, indica que si se establece en la Unión Europea (UE) una agricultura cien por cien ecológica se pondría en peligro la independencia alimentaria comunitaria.

El estudio señala, en referencia a decisiones de la Comisión Europea (CE) como la estrategia “De la granja a la mesa” que, si no se hace de manera gradual y sin tener en cuenta que no se puede actual de igual forma en todas las producciones agroalimentarias, la agroalimentación europea llegaría a ser dependiente de terceros países.

Según el trabajo del Instituto San Isidro, durante décadas el análisis, diseño y aplicación de las políticas europeas partía de fundamentos que se daban por hechos, como la capacidad instalada de producción, transformación y comercialización de productos agroalimentarios a costes asequibles para el consumidor final.

Con esta base, se pusieron en marcha diferentes regulaciones, tomando como constante esta capacidad de producir alimentos siempre, y en todo momento, de manera suficiente y asequible.

Pero la llegada de la actual crisis sanitaria y económica ha hecho ver la importancia de las capacidades estratégicas agroalimentarias, en un contexto de importantes restricciones en el comercio mundial.

Señala el informe que “la crisis nos ha hecho ver el riesgo de que lo que se ha dado siempre por hecho, puede no ser así siempre. De ahí el aumento de la preocupación de las instituciones europeas por la seguridad del suministro alimentario de 27 países que suman casi 500 millones de personas, no porque ya se hayan producido importantes restricciones, sino por las que se pueden producir en el futuro”, apunta.

El informe muestra la preocupación por el efecto que pueda tener a medio plazo la adopción de políticas como las estrategias “del campo a la mesa”, “de la biodiversidad”, el plan de acción de economía circular o la promoción de productos ecológicos.

Apunta a que, partir de la construcción de un “ideal agrícola y medioambiental, la política europea toma decisiones que, sobre el papel, pueden suponer una contribución positiva para este ideal buscado”. Pero el informe señala que “existe un error de base en este planteamiento: la enorme distancia entre el modelo ideal y el modelo real de agroalimentación”.

Además, considera que, cuando se habla de producción agroalimentaria “no se puede caer en el simplismo de pensar solo en el alimento final, sino en todos los eslabones de la cadena de valor alimentaria, con consumos intermedios donde Europa es deficitaria, como es la producción de fertilizantes, los productos químicos y farmacéuticos necesarios para garantizar la sanidad vegetal y animal o incluso la tecnología”.

El informe apunta que hay dependencia europea de importaciones de terceros países en oleaginosas, cereales, frutas tropicales, frutos secos, café y cacao, estando la mayor parte de ellas calificadas por riesgo de deforestación en sus países o con una considerable huella de carbono, lo que se pretende penalizar con el establecimiento de un arancel de carbono en frontera.

En ausencia de un mercado agroalimentario europeo totalmente integrado, tal como ha evidenciado la pandemia, “fragmentar el mercado fomentando los mercados locales conduce a tensiones en la oferta disponible y, por tanto, en subidas de los precios”, indica el informe.

Según un estudio enfocado a Europa y Norteamérica, pasar de un sistema de producción intensivo o super intensivo a un sistema basado en agricultura ecológica, supone la reducción de entre un 25 y un 40 por ciento de los rendimientos por hectárea y pondría “en peligro el suministro alimentario en Europa, mientras que sí mejoraría los rendimientos en los casos de cultivos poco intensivos y sin acceso a fertilizantes y otros suplementos”.

Si en los próximos años el 50 por ciento de la superficie agrícola se cultiva bajo los actuales cánones regulatorios ecológicos, el impacto en los precios globales de las materias primas agrícolas se situaría entre un 6 y un 10 por ciento, lo que supone un efecto muy importante sobre la inflación global.

En base a esos parámetros, desde el Instituto San Isidro se apuesta por “redirigir las estrategias políticas de la Comisión Europea hacia las producciones tradicionales, es decir, aquellas que ya son prácticamente ecológicas dado que no se usan fertilizantes, pesticidas u otros productos químicos.

En suma, “en vez de poner como objetivo la municipalización de los mercados agroalimentarios con base en agricultura ecológica que pueda poner en peligro la estabilidad global del sistema alimentario europeo, es necesario poner el foco en la actual superficie cultivable gestionada de manera tradicional, con bajos rendimientos y cuya supervivencia depende de los pagos directos de la PAC”, concluye el informe.