Frutinter: Clementinas con huella de nitrato cero

La sostenibilidad desde todos los ángulos ha sido desde siempre una preocupación para la firma de Vila-Real y, en este sentido, hace varios años que Frutinter empezó a interesarse por un aspecto que no generaba demasiada atención: la Agricultura Smart y la Huella de Nitrato.

Fecha: 27-Dec-2021

Fuente: Fruit Today

Hoy, tras diversas etapas de experimentación, Frutinter es la primera compañía del mundo que comercializa clementinas certificadas con nitrato cero desde una de las fincas de sus asociados.

“La primera vez que percibimos los problemas que ocasionaba el exceso de fertilizantes y cómo éstos influían en la contaminación del medio acuático fue hace unos cuatro años. Desde entonces, empezamos a realizar un planteamiento de cómo sería posible revertir la situación,” explica su director general, Javier Usó.

A través de la Cátedra Frutinter UPV (Universidad Politécnica de Valencia) y de la mano del catedrático Pedro Beltrán, se pusieron en marcha una serie de estudios y experiencias que, finalmente, culminaron el pasado septiembre con la obtención de la certificación ‘Huella de Nitrato Cero’, expedido por la compañía Food Rina Iberia.

El profesor Beltrán explica como el tamaño de los frutos está íntimamente ligado a las cantidades de nitrato y potasio que absorbe el árbol. “Trabajamos con una metodología patentada por la Universidad de Barcelona, con la que se analizan una serie de parámetros (microclima, humedad, nitrato de potasio, etc.) para que el árbol mantenga un correcto equilibrio. A través de un software específico realizamos una analítica de sabia para conocer lo que le ocurre a la planta,” concluye el docente.

Los resultados han sido tan satisfactorios que reduciendo el abonado en un 58% y con un ligero incremento de potasio, Frutinter ha conseguido, en solo dos cosechas, numerosos avances como la mejora del calibre y una productividad que alcanza 8.000 kilos de clementinas más por hectárea.

La tecnología aplicada, apoyada por sensores remotos de teledetección espacial, consistió en introducir sondas a 3 o 4 metros de profundidad para controlar que la contaminación no llegara al subsuelo. “El resultado fue altamente satisfactorio ya que se consiguió que no hubiera lixiviación al medio acuoso.”

Para la comprobación veraz de los resultados, el proyecto se llevó a cabo dejando unas fincas testigo, que posteriormente permitió hacer comparaciones.