Estrategia para la Biodiversidad 2030: Conservación del suelo

Uno de los objetivos de la Estrategia europea para la Biodiversidad 2030 es la “gestión sostenible de los suelos agrarios”. El texto resalta la importancia del suelo para la producción de alimentos, un recurso no renovable que está amenazado cada vez más tanto por el cambio climático como por la demanda creciente de alimentos. Por ello, la Estrategia apuesta por prácticas agrícolas sostenibles que ayuden a “proteger la fertilidad del suelo, reducir la erosión y aumentar su materia orgánica”.

Fecha: 23-Mar-2021

Fuente: www.fundacion-antama,org

Ante este reto la Estrategia para la Biodiversidad 2030 solo marca un objetivo: que el 25% de las tierras agrarias se dediquen a la agricultura ecológica. Una medida que excluye la apuesta por cualquier otro modelo agrario sostenible. Los retos que se plantea este borrador no pueden ser resueltos con un único modelo de producción o con una única herramienta. Europa necesita apostar por todas las tecnologías y modelos sostenibles disponibles. Analicemos cómo la biotecnología agraria permite un uso más eficiente de los recursos naturales. Un modelo que es clave para lograr una actividad agraria más sostenible y para hacer frente al gran reto alimentario.

CLAVES DE LA ESTRATEGIA PARA LA BIODIVERSIDAD 2030

EL USO DEL SUELO

Uno de los grandes retos del sistema agroalimentario es el limitado suelo que se puede destinar a la producción de alimentos sin tener que deforestar. Es clave el uso de las tecnologías seguras que reduzcan el impacto ambiental y que permitan producir más en la misma superficie. Actualmente la agricultura utiliza el 11% de la superficie terrestre para la producción de cultivos y el 70% del agua total extraída [1]. Los recursos son limitados y no renovables, y el incremento de la población demandará hacia 2050 un incremento en la producción de alimentos del 50% a nivel mundial[2].

Tecnologías como la biotecnología agraria permiten incrementar la producción en la misma superficie. Entre 1998 y 2018, el cultivo de maíz Bt permitió a los agricultores españoles y portugueses obtener una producción adicional de 1,89 millones de toneladas [3]. Para alcanzar esos niveles con maíz convencional habría sido necesario cultivar una superficie agrícola adicional de 15.240 hectáreas. Durante este periodo el ahorro de tierras derivado de la producción adicional fue de 188.890 hectáreas.

SEGURIDAD ALIMENTARIA EN LA ESTRATEGIA PARA LA BIODIVERSIDAD

DESERTIZACIÓN Y SEQUÍA

El calentamiento de la Tierra cada vez es más veloz a causa de la actividad humana. La población está contribuyendo a la aceleración del efecto invernadero. En este decenio ya hemos vivido ocho de los diez años más calurosos jamás registrados. Además, el aumento de las temperaturas parece estar acelerándose: el cambio promedio entre 1991 y 2000 (0,58 ºC) representó menos de la mitad del aumento registrado desde 2011 (1,26 ⁰C) [4].

Los efectos del cambio climático han variado los periodos de floración de las plantas y están haciendo inviable el crecimiento de determinadas variedades en zonas donde antes crecían con normalidad. En los últimos años la investigación biotecnológica ha prestado especial atención en el desarrollo de variedades capaces de crecer con menos agua o bajo temperaturas extremas para hacer frente así a los devastadores efectos del cambio climático.

Las variedades biotecnológicas tolerantes al estrés hídrico ( variedades que toleran mejor la ausencia de agua o las condiciones extremas de humedad), así como aquellas que responden mejor a los cambios de temperatura (ya sean cálidas o gélidas) formarán parte de las herramientas clave en nuestra adaptación al cambio climático.

Uno de los últimos descubrimientos en esta línea ha sido el llevado a cabo en España por Científicos del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG). Han identificado un gen que juega un papel clave en la protección de las plantas ante el aumento de salinidad del suelo, uno de los mayores factores limitantes para la producción de cultivos. Este descubrimiento ofrece nuevas estrategias para desarrollar variedades de plantas con mayor resiliencia climática [5].

Se han desarrollado variedades que pueden crecer con temperaturas extremas, como el arroz capaz de resistir resistir altas temperaturas y producir un 20% más de grano [6]. O la identificación de genes de resistencia a la sequía que permitirán mejorar otros cultivos para reducir el consumo de agua [7]. E incluso el desarrollo de variedades que resisten a inundaciones gracias a la identificación de los genes que otorgan esta capacidad a la planta [8]. Investigaciones todas ellas que han priorizado los cultivos alimentarios para así hacer frente al reto de alimentar a una población en constante crecimiento. Pero el modelo biotecnológico aún ofrece más ventajas para la conservación del suelo.
VARIEDADES RESISTENTES A PLAGAS O TOLERANTES A HERBICIDAS

Las variedades resistentes a plagas permiten reducir el uso de plaguicidas en los cultivos. Desde hace más de 20 años los agricultores españoles apuestan por la siembra del maíz Bt, una variedad resistente al taladro, una plaga que causa grandes pérdidas en el cultivo. Esta resistencia permite al agricultor no tener que aplicar tratamientos fitosanitarios para defender la planta de la plaga, reduciendo así el impacto ambiental del cultivo. Entre 1998 y 2018, el cultivo de maíz Bt en España ha reducido el uso de insecticidas en 678.000 kg, aplicándose un 37% menos de ingredientes. Esto ha conseguido reducir un 21% el impacto ambiental asociado con el uso de insecticidas en el cultivo del maíz [9].

Además, el modelo biotecnológico que permite llevar a cabo una agricultura de conservación, un modelo de producción que busca proteger el suelo de la erosión y la degradación, mejorando su calidad y biodiversidad, así como contribuyendo a la preservación y cuidado de recursos como el agua y el aire. El no laboreo o mínimo laboreo, principio básico de este modelo agrícola, es compatible con la utilización de variedades biotecnológicas como las tolerantes a herbicidas.