El proyecto ENVIROMICROB evalúa los efectos de la contaminación en microorganismos acuáticos

Contaminantes como microplásticos, compuestos farmacéuticos o productos de cuidado personal, entre otros, alteran la composición de los microorganismos presentes en sedimentos, aguas y en la coquina de fango.

Fecha: 26-Jan-2023

Fuente: iagua

Las bacterias, arqueobacterias, algas, hongos y virus son microorganismos que habitan en los océanos y mares. A pesar de su minúsculo tamaño, tienen un papel esencial en el equilibrio de los ecosistemas y del planeta al realizar funciones fundamentales para los ciclos del nitrógeno, del carbono o del fósforo, por ejemplo, y al constituir el primer eslabón de la cadena alimentaria. Ese papel principal, sin embargo, puede verse amenazado o suponer un peligro cuando entran en juego los contaminantes que llegan al Medio Ambiente. Estos contaminantes son cada vez más diversos. A los ya tradicionales hidrocarburos o metales se han sumado los más emergentes como microplásticos, compuestos farmacéuticos o productos de cuidado personal. Todos ellos son contaminantes que afectan en primer lugar a los microorganismos alterando la presencia o ausencia y abundancia de los mismos.

Así lo están comprobando el equipo de la Universidad de Córdoba y del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN) con el proyecto ENVIROMICROB, con el que pretenden evaluar, a largo plazo, los efectos biológicos de los contaminantes en los microorganismos presentes en dos comunidades: los sedimentos y aguas, por un lado, y la coquina de fango (Scrobicularia plana) procedente de zonas del litoral andaluz, por otro lado. De esta forma se estudia la parte no viva (abiótica) y la viva (biótica).

Según la investigación, la contaminación disminuye la diversidad microbiana de las dos comunidades estudiadas. Por ejemplo, la exposición a los fármacos altera la biodiversidad bacteriana de la glándula digestiva de la coquina, afectando a su capacidad de degradar los contaminantes a los que está expuesta. El empleo de la técnica MALDI Imaging ha apuntado en la misma dirección. Gracias a esa técnica, el equipo ha conseguido obtener una imagen de coquinas procedentes de zonas relacionadas con mayores niveles de contaminación en las que se observan cambios moleculares en algunos de sus órganos, como el pie o la glándula digestiva.

Según la investigación, la contaminación disminuye la diversidad microbiana de las dos comunidades estudiadas

De esta forma, la exposición a los contaminantes cambia la composición, pero también la función de los microorganismos. A esto hay que añadir los procesos de biomagnificación y bioacumulación, esto es, que los contaminantes que los microorganismos no pueden degradar se van acumulando a lo largo del tiempo y se incrementan en la medida en que se sube en la cadena alimentaria.

Dado que dentro de esa cadena los contaminantes dañan en primer lugar a los microorganismos, su estudio es clave para poder tomar medidas y actuar. “Antes de afectarte a ti, un contaminante va a afectar a las cadenas tróficas inferiores. Si coges una muestra de campo y ves que los microorganismos están afectados, ya puedes ver que está pasando algo y puedes actuar antes de que afecte a los organismos superiores”, explica Carmen Michán, investigadora de la UCO en el grupo "Biología molecular de los mecanismos de respuesta a estrés". Así, el proyecto emplea los sedimentos, aguas y la coquina como centinelas que pueden ayudar a tomar las medidas necesarias para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 14 establecido por la ONU para reducir la contaminación en los océanos.

El proyecto “El microbioma ambiental: una herramienta para evaluar el impacto de los contaminantes clásicos y emergentes en áreas costeras (ENVIROMICROB)”, que cuenta con la colaboración del Servicio Central de Apoyo de la Investigación (SCAI) de la UCO, está financiado por el programa estatal “Proyectos I+D+i” de 2019 del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.