El estudio de la microbiota irrumpe en el diseño de la alimentación saludable

El proyecto Satisfood, en el que ha participado el grupo Carinsa en colaboración con centros de investigación como Ainia desarrolla una nueva gama de alimentos saciantes que ayudan a mejorar la calidad nutricional de los productos y combatir el sobrepeso.

Fecha: 16-Jun-2021

Tags: Microbiota

Fuente: Fruittoday

La microbiota o flora intestinal siempre ha sido esencial para las personas, pero su estudio en los últimos años ha dado lugar a una explosión de nuevos productos y aplicaciones en el mundo de la alimentación que buscan un impacto positivo en la salud.

Los cambios en la composición de ese conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en el intestino del organismo humano están determinados por la dieta, el estilo de vida y otros factores que influyen en la posibilidad de padecer enfermedades crónicas no transmisibles.

Los científicos han evidenciado la importancia de la dieta en ese proceso y no dejan de investigar formas de intervenir para modular la microbiota como estrategia terapéutica y de prevención.

Una de las aplicaciones prácticas ha sido el desarrollo de una nueva gama de alimentos saciantes que ayudan a mejorar la calidad nutricional de los productos y combatir el sobrepeso.

Esta ha sido la finalidad del proyecto Satisfood, en el que ha participado el grupo Carinsa en colaboración con centros de investigación como Ainia y empresas como Matarromera, Fruselva, Biopartner, Primo Mendoza, El Horreo Healthy Food y Friobas.
En el proyecto se utilizó un digestor “in vitro”, réplica de un tracto intestinal del que pueden sacarse muestras en las distintas partes del recorrido de la digestión y observar biomarcadores que pueden indicar la modulación de la microbiota.

María Sabés, técnica de Investigación y Desarrollo (I+D) de Carinsa, explica a Efeagro que han logrado desarrollar gelatinas, batidos, chicles, gominolas, sopas y hasta un fuet, elaborados con ingredientes funcionales como proteínas, fibras y probióticos. Estos últimos son microorganismos vivos que contribuyen al equilibrio de la microbiota, mientras que los prebióticos son fibras no digeribles consideradas sustratos indispensables para la flora intestinal. Ambos tipos ayudan a restablecer la diversidad de las bacterias beneficiosas.

Dentro de su línea dedicada a la nutrición y la salud, Sabés asegura que también se dedican a buscar productos con un perfil nutricional mejorado, reduciendo los ingredientes limitantes como el azúcar, la sal y las grasas saturadas, y aumentando los nutrientes habilitantes como el hierro, las vitaminas, las proteínas y las fibras.

Interés creciente por lo saludable

La alimentación saludable es uno de los ejes de la próxima “Food 4 Future” (“Comida para el futuro”), una feria organizada por AZTI y Nebext que reunirá a la industria alimentaria del 15 al 17 de junio en el Bilbao Exhibition Centre (BEC).

Precisamente habrá una sesión dedicada a los biomarcadores nutricionales y del microbioma para promover la salud humana, muestra del interés de la industria por utilizar esas sustancias en la medición de un estado de salud o de la respuesta a un tratamiento.

La experta del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) Teresa Requena insiste en la importancia de llevar una dieta equilibrada, después de que la población haya ido incluyendo menos cantidad de ciertos alimentos beneficiosos como las legumbres y las verduras, de los que se aprovecha la microbiota, y haya optado por incorporar más procesados.

En la revista Nutrición Hospitalaria, Requena y otros investigadores destacan que la pérdida progresiva de la diversidad microbiana durante generaciones en las sociedades industrializadas se ha asociado con el aumento emergente de enfermedades crónicas no transmisibles como la obesidad, el síndrome metabólico, la desnutrición, los trastornos alimenticios y el cáncer.

El estudio apunta que las dietas saludables e intervenciones nutricionales específicas, incluyendo el aumento de la fibra dietética y el consumo de probióticos y prebióticos, pueden ser valiosas para la restauración de una microbiota con mayor diversidad y la prevención de esas enfermedades.

La microbiota, en las librerías

En su afán por alimentar el interés que suscita la microbiota han aparecido recientemente numerosos libros, algunos de ellos “superventas”, que profundizan en la relación con la comida.

Es el caso de “¡Es la microbiota, idiota!”, escrito por la experta y doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Complutense de Madrid Sari Arponen, que ve necesario potenciar mucho más el consumo de productos frescos propios de la dieta mediterránea como las verduras, las frutas, los productos del mar, los huevos y las aves de producción ecológica.

En el lado contrario están los ultraprocesados, que “hay que evitar” a toda costa porque contienen sustancias que generan el desequilibrio de la microbiota y un “embudo alimentario”, asociado a problemas digestivos y de intolerancia a ciertos alimentos.

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Productos como la bollería industrial, los refrescos azucarados o los precocinados no se deberían consumir nunca o casi nunca. No vale decir que hay que comer de todo con moderación, porque cada uno entiende la moderación a su manera”, afirma Arponen. Y llama a colocar las verduras en la base de la pirámide alimentaria para mejorar la alimentación y, por ende, el funcionamiento de la microbiota.