El bienestar bien entendido / Luis Miguel Ferrer

Fecha: 03-Mar-2020

Luis Miguel Ferrer 
Departamento de Patologia Animal
 Facultad de Veterinaria - Universidad de Zaragoza
Instituto Agroalimentario de Aragón (IA2)
lmferrer@unizar.es

La sociedad actual, eminentemente urbanita, aboga y exige que se respete el bienestar de los animales y yo mismo, de origen rural, tengo la misma idea.

El problema aparece a la hora de entender lo que significa “bienestar animal” para cada ciudadano. Para muchas personas, especialmente del mundo urbano, poco familiarizadas con el mundo rural y sus producciones agropecuarias, que nos siguen manteniendo en nuestro “bienestar” del mundo civilizado, el “bienestar animal” es lo que piensan que se debe hacer con sus mascotas o, por similitud, lo que creen que es el bienestar para ellos.

Este tipo de pensamientos me horroriza ya que cuando conoces y convives con los animales entiendes lo que ellos prefieren cuando les dejas elegir y suele ser bastante diferente de lo que nosotros haríamos.

Todo esto viene a cuento porque el pasado mes de febrero se celebró en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza el “I congreso sobre bienestar y cuidado de las pezuñas del ganado vacuno”, en el que también se habló del ovino, y tuvo una gran difusión en radio, prensa escrita y televisión.

La gente se asombraba de que a las vacas se les haga la “manicura” mientras que, para la gente que trabaja en la ganadería de vacuno, esto es normal y necesario desde hace muchas décadas. La vaca necesita tener bien cuidadas y arregladas las pezuñas, no porque estén más coquetas ni sea la moda, sino porque necesita andar bien para ir a buscar la comida o para ir a la sala de ordeño en perfectas condiciones y así dar productos de alta calidad bromatológica y sanitaria.

Nadie entendería que un atleta corriera cada día con zapatillas rotas o que fuéramos por la calle con una piedra en el zapato. Prevenir y solucionar lo antes posible los problemas podales es generar al animal una sensación agradable y eso es el “bienestar animal”, muy diferente a darles exceso de alimentos y “golosinas” a nuestras mascotas que les lleven a las mismas enfermedades que sufre la sociedad urbanita actual.

Hasta tal punto llegan las exigencias de “bienestar animal” en algunos países, como el Reino Unido, que las explotaciones de vacuno realizan controles de ese “bienestar animal” y, entre los parámetros más controlados, están las cojeras. Cuando una granja tiene más vacas cojas de lo que se considera “normal” se penaliza el precio de la leche o incluso no se recoge esa leche y eso, para los que nos dedicamos a la producción animal, nos parece fenomenal, siempre y cuando se pague la leche al precio real que le permita vivir dignamente al ganadero.

Cuando al ganadero, que produce alimentos en excelentes condiciones para la alimentación humana, se le paga por debajo del coste de producción y después se le “regalan” subvenciones para que pueda sobrevivir, estamos matando a la gallina de los huevos de oro y cada día nos quedan menos gallinas en nuestro gallinero. Si despoblamos y arruinamos el mundo rural ¿quién alimentará al mundo urbano? ¿vamos a importar todo lo que necesitemos?

Si seguimos ese camino, habrá que velar más por nuestro “bienestar” que, irremediablemente, terminará desapareciendo al mismo ritmo que desaparecen las explotaciones agropecuarias y se vacían los pueblos.