El abono y la dieta reducen las emisiones de metano y mejoran la productividad bovina

La fertilización de pasturas y el aporte de nutrientes seleccionados generaron en Brasil toritos Nelore que producen menos gases de efecto invernadero y con más peso.

Fecha: 24-Jan-2018

Fuente: Dicyt

La fertilización del pasto con nitrógeno y el aporte a la dieta del hato de nutrientes seleccionados pueden redundar tanto en la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero como en un aumento de la productividad y en una mayor eficiencia económica en la cría de ganado bovino de corte en sistemas de pasturas.

Estas constataciones se realizaron en el marco de un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias de la Universidade Estadual Paulista (FCAV-Unesp), en su campus de la localidad de Jaboticabal, en São Paulo, Brasil, en colaboración con colegas de la University of Queensland, en Australia, de la University of Florida, en Estados Unidos, de la unidad de Ganadería Sudeste de Embrapa, la empresa estatal de investigación agropecuaria brasileña, y de Apta, la Agencia de Tecnología de Agronegocios del Estado de São Paulo, en su Polo Regional de Alta Mogiana.

Algunos resultados preliminares de este estudio, realizado en el marco del Proyecto Temático intitulado “Estrategias de manejo para la disminución de los impactos ambientales en sistemas de producción de ganado bovino de corte”, apoyado por la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo – FAPESP, se dieron a conocer durante la reunión anual de proyectos del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG).

“El objetivo del proyecto es analizar los impactos de la fertilización nitrogenada y del aporte suplementario estratégico en las emisiones de metano, óxido nitroso y dióxido de carbono, en la productividad del pasto y de los animales y en la eficiencia de la actividad en términos de mejora por hectárea y de utilización de la energía consumida”, dijo Ricardo Andrade Reis, docente de la FCAV-Unesp de Jaboticabal y coordinador del proyecto.

De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (Mapa, siglas en portugués) de Brasil, el 83,9% de la ganadería del país corresponde a animales bovinos (el 89% de bovinos de corte y un 11% de vacas lecheras). Gran parte de esa hacienda está compuesta por razas cebuínas criadas en sistemas predominantemente extensivos, donde despunta la raza Nelore (el 80%).

Las pasturas constituyen la forma principal de alimentación del ganado bovino en Brasil, debido a su extensión territorial y a las condiciones climáticas favorables.

Sin embargo, se estima que alrededor del 80% de los entre 45 y 50 millones de hectáreas de pasturas de las sabanas del Brasil Central, por ejemplo, exhiben algún grado de degradación, ocasionada en gran medida por la disminución de la fertilidad del suelo, lo cual resulta en una merma acentuada de la capacidad de soportar de las pasturas y del incremento de peso de los animales.

Esta situación ha contribuido para que la ganadería de corte en Brasil exhiba desde hace décadas índices zootécnicos bajos, con ocupación de pasturas equivalentes a un animal por hectárea, y una productividad en el rango de los 100 kilos de peso vivo por hectárea/año.

Con el objetivo de reducir los impactos ambientales de los sistemas de producción de ganado bovino de corte y mejorar el rendimiento zootécnico y económico, los investigadores de la FCAV-Unesp de Jaboticabal empezaron a estudiar desde 2014 diferentes estrategias de manejo de pasturas tropicales mediante el empleo de una técnica de manejo conocida como interceptación luminosa en un porcentaje del 95% y una altura del pasto aliada a la fertilización como criterios de evaluación.

La técnica de interceptación luminosa del 95% no tiene en cuenta la rotación previamente programada del ganado en las pasturas, sino la altura del pasto. Permite una oferta continua a los animales y de forraje de mejor calidad, con una alta proporción de hojas en el pasto, además de proteína verdadera de alta digestibilidad, nitrógeno soluble y bajas cantidades de fibras indigestibles, las grandes causantes de las emisiones de metano (el principal gas de efecto invernadero que se genera en la ganadería), producido en la digestión de los rumiantes y eliminado por la eructación y por la respiración.

Además de los impactos climáticos, la eliminación del metano por la boca y por las narinas representa una pérdida de energía del animal –entre un 2% y un 12% de la energía bruta del alimento consumido–, lo cual, por consiguiente, afecta su desempeño en términos de producción de carne.

“Pretendemos regular las emisiones de metano y la pérdida de energía tanto mediante el manejo del forraje como también a través de la incorporación de nutrientes en la dieta de los animales”, dijo Andrade Reis.

“Así sería posible aumentar la oferta de nutrientes y la ocupación de las pasturas de uno a tres o cuatro animales por hectárea/año, por ejemplo, y disponer más hectáreas para la recuperación de áreas de pasturas degradadas, que pueden transformarse en áreas de bosques”, estimó.

 

Fertilización y aportes alimentarios

Los investigadores llevan adelante desde 2014 dos experimentos en una extensión de 60 hectáreas de la FCAV-Unesp de Jaboticabal.

En el marco del primer experimento, analizaron el aumento de las tasas de ocupación de toritos Nelore en régimen de pasturas de la variedad Urochloa brizantha, manejado con 25 centímetros de altura y fertilizado con cuatro niveles de nitrógeno –de 0, 90, 180 y 270 kilos (kg) por hectárea durante 150 días en la estación lluviosa–, así como las emisiones de óxido nitroso, dióxido de carbono y metano en función de la aplicación de esas dosis de fertilizante nitrogenado.

En el segundo experimento, los investigadores complementaron la dieta de los animales en ese régimen de pasturas con sal y con suplemento proteico compuesto por salvado de soja, urea y residuos de la destilación de alcohol de maíz.

Los resultados preliminares del primer experimento indicaron que con el mero aporte de forraje de mejor cualidad –sin la aplicación de fertilizante nitrogenado–, la tasa de ocupación de las pasturas se eleva a tres animales por hectárea/año. En tanto, al aplicar 180 kg de nitrógeno durante la estación lluviosa, la tasa de ocupación llega a seis animales por hectárea/año.

“Sin embargo, aún no sabemos hasta cuándo soportará esa área de pasturas tamaña carga animal sin la fertilización nitrogenada”, ponderó Andrade Reis.

Las emisiones de metano entérico, en función de la fertilización nitrogenada, fueron inferiores a las registradas por el sector ganadero sin el uso de la fertilización reportadas por organismos internacionales, tales como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre sobre el Cambio Climático (IPCC), independientemente de la dosis aplicada.

Los animales también experimentaron un aumento de peso diario variable de 980 gramos a 1,1 kg con la fertilización nitrogenada de las pasturas.

“En el actual sistema de cría de ganado de corte en pasturas, sin la fertilización nitrogenada, el aumento de peso de los animales oscila entre 500 y 700 gramos”, comparó el investigador.

Los resultados preliminares del segundo experimento también indicaron que el aporte a la dieta de los animales de un suplemento proteico/ energético redundó en un aumento de 100 a 150 gramos por día en el peso del ganado, en comparación con el obtenido mediante el uso de sal mineral.

“Esto se traduce en un menor tiempo de engorde, con la liberación temprana de áreas de pasturas, y así se disminuyen también las emisiones de metano durante un tiempo más prolongado de las vidas de los animales”, sostuvo Andrade Reis.