Carmen y Nacho, los nuevos colonos y quesos de Valsalada

Las ayudas del Programa de Desarrollo Rural de Aragón apoyan la puesta en marcha de la quesería y la llegada de nuevos vecinos al mundo rural.

Fecha: 08-Apr-2019

Tomar la decisión de dejarlo todo en la ciudad y volver a un pueblo, no es fácil. La velocidad de la vida te deja pocos huecos para la reflexión comedida. Los días se suceden y no hay tiempo para otra cosa que fines de semana apresurados, deambulando por un centro comercial en busca de entretenimiento o cogiendo el coche para salir huyendo hacia un pueblo en medio de la naturaleza.

Nacho debió tener su momento de reflexión en uno de esos aviones con los que cruzaba océanos y países. “Rusia, Africa, EE.UU. tres semanas la mes viajando y perdiéndome como crecían mis hijas”.

Carmen no viajaba tan lejos, su trabajo e el Centro Drámático Nacional hacia que volara menos. Pero ambos tenían algo en común “nos espantaba el modo de vida urbano”. Encontrar un trabajo acorde con sus profesiones era difícil en el pueblo, pero las tecnologías (internet) estaban de su parte, aunque la naturaleza se empeñe a veces y envíe una tormenta para que la wifi sepa quien manda.

El campo era una de las pasiones de Nacho, su trabajo de ingeniero agrónomo le había fijado ese horizonte, así que hace 5 años decidió dejar de viajar por el mundo y asesorar a la multinacional para la que trabajaba a distancia.
“La afición por el tema de los quesos me viene de un curso que hice hace veintitantos años en Santander, justo cuando acabé la carrera, en un laboratorio que proveía de productos a las queserías. Ese mundo me impactó y quizás sea el origen por el que hace dos años decidimos montar nuestra propia quesería”.

Antes viajaron por todo el país en busca de un lugar pequeño donde fijar su nueva residencia vital. Y al final fue Valsalada el lugar elegido, cerca del Pirineo. Junto a 122 habitantes (según el INE de 2013).

A las 9, Candela y Jara toman el bus escolar para ir a la escuela. Vuelven a eso de las cinco y entretanto, Carmen y Nacho se dedican a dar forma de quesos a sus proyectos.

“Estas semanas nos están demandando producto tiendas especializadas de todo el país. Es un canal de distribución que nos interesa en paralelo con el mercado local”. Y no es de extrañar, sus quesos de cabra forman parte del ideario de sabores naturales.

“No tiene nada que ver el queso de leche de pasto con la de pienso, por eso nuestro producto se elabora con leche de una ganadería muy concreta con la que tenemos una muy estrecha relación”. Eso que ahora los modernos llaman trazabilidad, en el mundo rural se mantiene con la confianza en el trabajo de las personas.

Pero los Quesos de Estabilla van más allá. “Estamos pendientes de un estudio nutricional en el que se relaciona directamente  el queso de pasto con una mejor absorción y con la disminución de las intolerancias”.

Entretanto, dos quesos se abren paso de entre toda la gama, Jara y Cachirrulo, ambos de cabra, en un proyecto que en dos años ha conseguido, gracias a la calidad, abrirse paso entre los paladares que buscan quesos naturales.

Una inversión de más de 47.000 euros, que ha contado con la ayuda del Programa de Desarrollo Rural de Aragón a través de la medida LEADER. Y que además, ha llevado a Valsalada a una familia con vocación rural y cuyo proyecto ha creado ya dos puestos de trabajo.