Bajo el lema Un futuro más saludable para las personas y el planeta, la edición 2019 del congreso, celebrado en CaixaForum Barcelona, se ha centrado en la biotecnología y en las tecnologías limpias y ha puesto de manifiesto los principales retos y tendencias para los próximos tres años, donde los sectores agroalimentario, químico, de la salud y el turismo están situados entre los más relevantes en relación al potencial que ofrecen desde el punto de vista de la economía circular.

“Cada vez somos más personas que habitamos el planeta Tierra y vamos disparados en términos de consumo y de crecimiento, un factor que se traduce en forma de un impacto ambiental que aumenta exponencialmente. En un futuro no muy lejano los recursos comenzarán a escasear y subirán de precio, una cuestión que nos obliga a actuar con agilidad desde el ángulo económico y empresarial”, advertía el presidente de Eurecat, Xavier Torra, resaltando, además, la importancia de la sostenibilidad como clave para la competitividad empresarial, así como la necesidad de alcanzar un acuerdo científico, político, social y económico que permita poner en marcha el cambio de modelo económico que implica la economía circular.

Residuos agrícolas, sostenibilidad y economía circular

Por su parte, Óscar Longares, de la startup aragonesa Feltwood —especializada en tecnologías para producir materiales industriales ecológicos—, comentaba que “en el ámbito de la productividad alimentaria, el objetivo primordial es sustituir el plástico y los componentes tóxicos y utilizar residuos agrícolas que, además de contaminar, aportan muy poco valor económico a sus productores”, añadiendo que “el uso de residuos agrícolas para la fabricación de muebles, juguetes y otros elementos cotidianos es una de las tendencias en auge el ámbito de la sostenibilidad y de la economía circular, que busca preservar al máximo posible el valor de los recursos en toda la cadena de producción”.

En este sentido, el responsable de Medio Ambiente y Prevención de PharmaMar, Andrés Sanz, explicaba que “el principal reto pasa por convencer a los stakeholders (partes interesadas, afectados por las actividades de una empresa) implicados en el proceso de decisión, tanto internos como externos, que los procesos en los que utilizamos recuperación y reutilización son compatibles con el ámbito regulador”.