Adiós a la era energética fósil

¿Cuál es el coste real que conlleva la obtención de alimentos en un país como el nuestro? y ¿con qué parámetros se mide la eficiencia de los procesos productivos?

Fecha: 12-Apr-2017

La amenaza del cambio climático también ha obligado a sectores estratégicos, como el agroalimentario, a pisar el acelerador para reducir emisiones y economizar así sus modelos de explotación. No en vano, cada año genera 160 millones de toneladas como cuantifica el Plan de Energías Renovables 2011-2020.
Hoy, gracias a los nuevos desarrollos tecnológicos, muchos de esos subproductos pueden ser ya materias sustitutivas del petróleo para obtener bioplásticos, aditivos alimentarios, cosméticos o biocombustibles avanzados. Los primeros resultados arrojan, de hecho, una nueva realidad energética. La hoja de ruta está trazada hasta 2030. La bioeconomía manda.

Expertos en cambio climático de la ONU sostienen que, en poco más de medio siglo, hacia el año 2080, las energías renovables podrían dar cobertura al 77% de las necesidades de todo el planeta. Es, en todo caso, la hipótesis más optimista, ya que todo ello dependerá lógicamente de las políticas y el cumplimiento de los compromisos que van firmando los países para optimizar los recursos naturales y los residuos que generamos; los últimos, en la Cumbre de París que rediseña el camino para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Entretanto, no hay tiempo que perder, y en ese sentido, la Unión Europea cuenta con diferentes programas para avanzar en la investigación e innovación con el fin de lograr avances, descubrimientos y primicias a nivel mundial, para convertir las grandes ideas de laboratorio en productos de mercado. Esa es la filosofía del plan Horizonte 2020, dotado con 80.000 millones de euros por parte de la UE, a lo que habrá que sumar la inversión privada que llegue para los diferentes proyectos.